miércoles, 12 de octubre de 2016

SALMO DE LA CASA DEL PADRE


(El evangelio de la festividad de hoy, Nuestra Señora del Pilar, es el que ya comentamos el sábado 8 de octubre. Por eso os cuelgo este Salmo, sacado del material de La Salle para el lema de este año: Mira + Allá. Ignoro el autor)

Padre nuestro, casa abierta a los hombres,
sin puertas ni ventanas para que entre el sol.
padre nuestro, corazón como una carpa de circo
que acoge en fiesta en juego de luz y color.

Padre, que estás en los cielos derramando
estrellas
y dando vida en tu vida, al hombre, a la 
Creación.
Padre, santificado sea tu nombre en nuestra
casa, y que tu Espíritu
haga en el hombre creado que viva en el amor.

Padre nuestro, venga a nosotros tu Reino,
tu mesa grande acoja al hombre y le dé calor.
Tu paz, tu misericordia, tu ternura y alegría
despierten en la Humanidad encuentro de
reconciliación,
y haga casa abierta a todos.

Padre, hágase tu voluntad, como se hizo al
principio.
Hágase de nuevo, como se hizo en la
Encarnación.
Hágase tu voluntad como se hizo en la Cruz
y del fracaso aparente surgió Resurrección.

Hágase, aquí en la tierra, en tu casa que es la
nuestra, en el corazón del hombre,
como se hace en el cielo, viviendo en comunión.

Padre, danos hoy y cada día el pan nuestro,
el pan que se amasa en cada casa, que quita el
dolor.
El pan compartido y hecho pedazos en las
manoque apenas tienen migajas sin ningún sabor.

Danos el pan de vida, que el corazón no se sacia
con cosas que sólo tocan la piel y nunca el
corazón.
Danos compartir la hogaza grande con el
hermano y sentarlo a la mesa de esta casa,
con mantel blanco, en el comedor.

Perdónanos, tú que eres Padre y comprendes
el corazón de barro que se quiebra al golpe de
la pasión,
como la casa que tenemos delante,
pero que se hace fuerte habitando contigo,
en medio de nuestra casa, que es la tuya.

Acógenos, como acogiste al hijo pródigo que
huyó de casa
y al encontrarte entre sus brazos, se encontró.
Danos un corazón lleno de ternura y
misericordia,
que nuestra casa acoja a todos los que vengan,
que de esta casa brote la misericordia,
para que tengamos siempre entrañas de
compasión.

Padre nuestro, no nos dejes caer en el camino.
Construye con nosotros la casa del amor, de
la comunidad.
Y no nos dejes caer en el momento duro de la
tentación,
de hacer que el trabajo de construir nuestra
casa
sea sólo obra de algunos y no de todos.

No dejes que nuestra casa se arruine con la
mentira, la dejadez, la murmuración o el
descuido, el cansancio, el sopor, la indiferencia,
la apatía o la desgana.

Y danos la gracia de construir la casa
que tu Hijo quiso, una casa abierta, grande,
llena de vida.
Lee en mis manos un corazón sincero,
que, como casa abierta a todos,
aprendamos a cimentarla,
como nos enseñó Juan Bautista de la Salle,
desde la experiencia de Vaugirard (1)
hasta la casa que es hoy nuestra
comunidad:

Amén.
(1) Vaugirard fue la primera casa noviciado donde nació la Congregación de La Salle

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