miércoles, 28 de septiembre de 2016

SIN RETROVISORES


"Mientras iban de camino, un hombre dijo a Jesús:
– Señor, deseo seguirte adondequiera que vayas.
Jesús le contestó:
– Las zorras
 tienen cuevas y las aves nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.
Jesús dijo a otro:
– Sígueme.
Pero él respondió:
– Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
Jesús le contestó:
– Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el reino de Dios.
Otro le dijo:
– Señor, quiero seguirte, pero deja que primero me despida de los míos.
Jesús le contestó:
– El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no sirve para el reino de Dios."

El evangelio de hoy nos da dos lecciones: que nosotros no escogemos ser sus discípulos, si no que es Él quien nos llama, y que no podemos mirar atrás.
Se ha de seguir a Jesús sin condiciones. Lo que puede suponer a veces, dejar atrás lo que más queremos. Jesús no nos pide que no amemos a nuestros padres y a nuestra familia. Nos dice que debemos entregarnos totalmente y eso está por encima de todo.
Una entrega así no podemos elegirla nosotros. Es Jesús quien nos llama y es con Él con quien debemos seguir el camino. A partir de ese momento, toda la humanidad debe ser nuestra familia.
Y la mayor tentación es mirar atrás. En el camino de Jesús no hay que llevar retrovisores. Siempre hay que mirar más allá, hacia adelante.  

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