viernes, 9 de septiembre de 2016

DE CIEGOS Y VIGAS


 "Jesús les puso esta comparación: “¿Acaso puede un ciego servir de guía a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? El discípulo no es más que su maestro: solo cuando termine su aprendizaje llegará a ser como su maestro.
“¿Por qué miras la paja que tiene tu hermano en el ojo y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu ojo, ¿cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Hermano, déjame sacarte la paja que tienes en el ojo'? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu ojo y así podrás ver bien para sacar la paja del ojo de tu hermano."

Que un ciego no puede guiar a otro ciego, lo tenemos bastante claro. Pero, que vemos con mucha facilidad los pequeños defectos de los demás y no vemos nuestros grandes defectos, ya no lo tenemos tan asumido. Y no lo asumimos, porque precisamente son esos defectos los que nos convierten en ciegos.
Basta que sigamos facebook y veamos cuántos posts se dedican a airear los defectos ajenos y cuántos a mostrar las virtudes de los demás. 
Es bueno examinar cada noche nuestra actuación durante el día. Preguntarse ante los problemas surgidos en el trabajo, qué parte de culpa ha sido mía y si no habría podido actuar de otra forma. Ante los defectos de los demás, mirar si no son en realidad proyecciones de nuestros defectos.
Meditar este evangelio nos ayudará a comprender a los demás y a comprendernos a nosotros mismos. Seguro que la convivencia sería mejor.

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