sábado, 17 de septiembre de 2016

ACOGER LA PALABRA


"Mucha gente que estaba allí, más otra llegada de los pueblos, se reunió junto a Jesús, y él les contó esta parábola:
- Un sembrador salió a sembrar su semilla. Y al sembrar, una parte de ella cayó en el camino, y fue pisoteada y las aves se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, y brotó, pero se secó por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos, y al nacer juntamente los espinos, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y creció y dio una buena cosecha, hasta de cien granos por semilla.
Esto dijo Jesús, y añadió con voz fuerte:
- ¡Los que tienen oídos, oigan!
Los discípulos preguntaron a Jesús qué significaba aquella parábola. Él les dijo:
- A vosotros, Dios os da a conocer los secretos de su reino; pero a los otros les hablo por medio de parábolas, para que por mucho que miren no vean y por mucho que oigan no entiendan.
Esto significa la parábola: La semilla representa el mensaje de Dios. La parte que cayó por el camino representa a los que oyen el mensaje, pero viene el diablo y se lo quita del corazón para que no crean y se salven. La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben con gusto, pero luego, a la hora de la prueba, fallan. La semilla que cayó entre espinos representa a los que oyen, pero poco a poco se dejan ahogar por las preocupaciones, las riquezas y los placeres, de modo que no llegan a dar fruto. Pero la semilla que cayó en buena tierra representa a las personas que con corazón bueno y dispuesto oyen el mensaje y lo guardan, y permaneciendo firmes dan una buena cosecha."

La parábola de hoy la comenta el mismo Jesús. A nosotros nos toca examinarnos para ver cómo acogemos la Palabra. ¿Nos dejamos quitar el mensaje de Dios? ¿La recibimos con gusto pero luego no tenemos voluntad para seguirla y actuar?¿Ahogamos la Palabra con nuestras preocupaciones, con el dinero, con nuestros caprichos?
Todo depende de nuestro corazón. Si nuestro corazón es bueno, abierto, receptivo, lograremos que la Palabra arraigue en nosotros y dé mucho fruto. De nosotros depende cómo acogemos la Palabra, cómo preparamos nuestra tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario