sábado, 20 de agosto de 2016

HECHOS Y NO PALABRAS


"Después de esto, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
- Los maestros de la ley y los fariseos son los encargados de interpretar la ley de Moisés. Por lo tanto, obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Atan cargas pesadas, imposibles de soportar, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo. Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar sobre la frente y en los brazos cajitas con textos de las Escrituras, y vestir ropas con grandes borlas. Desean los mejores puestos en los banquetes, los asientos de honor en las sinagogas, ser saludados con todo respeto en la calle y que la gente los llame maestros.
Pero vosotros no os hagáis llamar maestros por la gente, porque todos sois hermanos y uno solo es vuestro Maestro. Y no llaméis padre a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el que está en el cielo. Ni os hagáis llamar jefes, porque vuestro único Jefe es Cristo. El más grande entre vosotros debe servir a los demás. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido."

Estas palabras, Jesús, se las dirige a los maestros de la ley y fariseos de su tiempo. Pero religiosos, sacerdotes, obispos, cardenales...seríamos muy hipócritas si no las escucháramos dirigidas a nosotros. 
Si realmente nos consideramos seguidores de Jesús, debemos vivir como vivía Él. Y que lejos estamos de ser sencillos hijos de carpinteros, de no tener donde reclinar nuestra cabeza. Jesús predicaba amando, curando, aceptando a todos sin hacer diferencias...¿De verdad nuestra vida está acorde con lo que predicamos?
¿Cuánta gente no cree por nuestra culpa? La gente nos pide hechos, no palabras.

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