domingo, 13 de septiembre de 2015

SALVAR LA VIDA


"Después de esto, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de la región de Cesarea de Filipo. En el camino preguntó a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos contestaron:
– Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que eres Elías, y otros, que eres uno de los profetas.
– Y vosotros, ¿quién decís que soy? –les preguntó.
Pedro le respondió:
– Tú eres el Mesías.
 Pero Jesús les ordenó que no hablaran de él a nadie.
Comenzó Jesús a enseñarles que el Hijo del hombre tenía que sufrir mucho, y que sería rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Les dijo que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días. 32 Esto se lo advirtió claramente. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderle. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y reprendió a Pedro diciéndole:
– ¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres.
Luego llamó Jesús a sus discípulos y a la gente, y dijo:
– El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y del evangelio, la salvará."

Jesús pregunta a sus discípulos quién es Él y Pedro responde correctamente. Pero cuando Jesús le explica lo que supone ser el Mesias, este no lo acepta y recibe la reprimenda de Jesús. En el momento de la Pasión, Pedro seguirá demostrando que, aunque sabe quién es Jesús, no reconoce su camino, y lo negará tres veces.
A nosotros nos puede ocurrir lo mismo. Sabemos quién es Jesús, pero luego no lo reconocemos en el que sufre, en el pobre, en el exiliado. Podemos escribir gruesos tomos de cristología y no haber entendido, que esto no sirve de nada si no le seguimos.
Seguirlo supone negarnos a nosotros. Y esto no nos gusta nada. Cargar con nuestra cruz no es hacer penitencia. Es darnos a los demás. Es aparentemente perder la vida, para ganar la Vida de verdad. Es perder nuestra vida  de egoísmos, cerrados en nosotros mismos, para ganar la Vida del Amor, abiertos a los demás.
No debemos extrañarnos, si cuando queremos explicar a los demás quién es Jesús, nos den la espalda. Quizá mostramos un Jesús de manual y no un Jesús que es Vida. Un Jesús que nos pide cambiar del todo. Un Jesús que sólo podemos explicar con nuestra vida, no con palabras. 



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