martes, 29 de noviembre de 2011

CUENTO DE ADVIENTO


La mayoría lo conocéis; pero el evangelio de hoy me lo ha traído a la mente y me parece muy adecuado para este tiempo de Adviento. Al meditar hoy el evangelio y encontrarme con la frase: "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos." He recordado el cuento de Martín el zapatero:
" Martín era un humilde zapatero de un pequeño pueblo de montaña. Vivía solo. Hacía años que había enviudado y sus hijos habían marchado a la ciudad en busca de trabajo.
Martín, cada noche, antes de ir a dormir leía un trozo de los evangelios frente al fuego del hogar. Aquella noche se despertó sobresaltado. Había oído claramente una voz que le decía. "Martín, mañana Dios vendrá a verte". Se levantó, pero no había nadie en la casa, ni fuera, claro está, a esas horas de la fría noche...
Se levantó muy temprano y barrió y adecentó su taller de zapatería. Dios debía encontrarlo todo perfecto. Y se puso a trabajar delante de la ventana, para ver quién pasaba por la calle. Al cabo de un rato vio pasar un vagabundo vestido de harapos y descalzo. Compadecido, se levantó inmediatamente, lo hizo entrar en su casa para que se calentara un rato junto al fuego. Le dio una taza de leche caliente y le preparó un paquete con pan, queso y fruta, para el camino y le regaló unos zapatos.
Llevaba otro rato trabajando cuando vio pasar a una joven viuda con su pequeño, muertos de frío. También los hizo pasar. Como ya era mediodía, los sentó a la mesa y sacó el puchero de la sopa excelente que había preparado por si Dios se quería quedar a comer. Además fue a buscar un abrigo de su mujer y otro de unos de sus hijos y se los dio para que no pasaran más frío.
Pasó la tarde y Martín se entristeció, porque Dios no aparecía. Sonó la campana de la puerta y se giró alegre creyendo que era Dios. La puerta se abrió con algo de violencia y entró dando tumbos el borracho del pueblo.
- ¡Sólo faltaba este! Mira, que si ahora llega Dios...- se dijo el zapatero.
- Tengo sed - exclamó el borracho.
Y Martín acomodándolo en la mesa le sacó una jarra de agua y puso delante de él un plato con los restos de la sopa del mediodía. 
Cuando el borracho marchó ya era muy de noche. Y Martín estaba muy triste. Dios no había venido. Se sentó ante el fuego del hogar. Tomó los evangelios y aquel día los abrió al azar. Y leyó:
- "Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestistes...Cada vez que lo hiciste con uno de mis pequeños, a mí me lo hicistes..."
Se le iluminó el rostro al pobre zapatero. ¡Claro que Dios le había visitado! ¡No una vez, sino tres veces! Y Martín, aquella noche, se durmió pensando que era el hombre más feliz del mundo..."
Pues eso es Adviento. Saber ver en cada persona a Dios. Saber acoger a cada hombre, porque Navidad es cada día, cuando nos damos cuenta de que Dios se ha hecho hombre en el Hombre...  

5 comentarios:

  1. Me llevo tu afirmación final, gracias.

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  2. Precioso cuento, porque tuve necesidad de leer y tú me diste tus palabras para recordar este precioso cuento, miles de besossssssssssssss

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  3. Es muy ilustrativa la historia de Martín.
    Y de verdad ,deja una sensación de plenitud en el alma!!.
    A veces siento -en mi pobre fé- que Dios nos visita más a menudo de lo que imaginamos.
    Besucos hermano y gracias!

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  4. paz y bien * Gracias hermano, es de bendiciòn leer tu post, bendito seas y gracias por compartir con nosotros !!!!

    Dios te bendiga en cada amanecer con mucho ☼ *

    paz y bien * de todo corazòn a tì ♥ *

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  5. Y cuando se llega a entender que así ha de ser, lo demás, todo lo demás ; SOBRA ¡¡¡¡
    Joan, no entiendo, ni abriendome la cabeza, que la vida, Dios, la religión y el susun cordan, no sea otra cosa más que humanidad elevada al cubo.
    Ale, Un buenas noches con vaso de leche y galletass de avena.

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